dilluns, 6 de desembre del 2010

Flashback 70


Dejamos atrás Rizani y antes de llegar a las dunas del desierto del Sahara atravesamos la hammada –grandes llanuras pedregosas- con el Simún –el viento cálido del desierto-  como compañero.  La soledad era absoluta, pero de pronto -como si un espejismo cobrará vida- aparecía de la nada una pequeña cabaña, una locomotora abandona, una haima negra...
El viaje resulto a nivel fotográfico muy enriquecedor, pues descubrí, por ejemplo: que uno debe saber interpretar la luz y los colores, ya que puede que la exagerada luminiscencia en los grandes espacios, nos engañe; aprendí capear entre foto y foto el bachish / propina que reclaman algunos y, lo más importante, que un viaje con amigos que no les interesa la fotografía era imposible desarrollar un tema, pero en resumen la experiencia fue positiva y me ayudo en mi evolución personal y fotográfica.